A text on my research project exploring open data in the cultural sectors of Peru. Originally published in ILDA’s blog.
* Texto publicado originalmente en el sitio web de ILDA.
Por Mauricio Delfín, Investigador, Programa Próxima Generación (ILDA)
Hace casi 10 años una búsqueda booleana en Google con los términos cultura + participación + transparencia me llevó a una página de Internet donde se hablaba sobre los conceptos de “gobierno abierto” y de “datos abiertos”. Mi búsqueda trataba de identificar iniciativas ciudadanas de incidencia en políticas culturales y estaba impulsada por mi gran frustración con la realidad institucional del sector cultural en el Perú, marcada por un sistema de gobernanza de la cultura opaco, centralizado y vertical.
Aprender sobre los principios de gobierno abierto hizo que mi trabajo como gestor cultural tomara un rumbo distinto, orientado a explorar y fortalecer la relación entre la participación ciudadana y los nuevos paradigmas para una democracia cultural[1].
La investigación que estoy desarrollando como parte del programa Próxima Generación reconoce este problema y busca activar un debate público que acerque a los agentes de los sectores culturales a los movimientos que promueven principios y prácticas de gobierno abierto.
Concretamente, mi investigación estudia la situación del Ministerio de Cultura del Perú y de la sociedad civil frente al reto de impulsar una agenda de datos abiertos para los sectores culturales. Busco brindar una serie de bases conceptuales para fortalecer un trabajo con datos abiertos que revierta en el fortalecimiento de “sistemas sostenibles de gobernanza cultural”. Según la Convención 2005 de la UNESCO, los sistemas sostenibles de gobernanza cultural son aquellos informados, transparentes y participativos (UNESCO, 2018).
La gobernanza cultural abarca los marcos normativos, las políticas públicas, las infraestructuras, la capacidad institucional y los procesos destinados a fomentar el desarrollo cultural inclusivo, la estructuración de sectores culturales dinámicos y la promoción de la diversidad (MINCULTURA, 2015).
Si bien mi proyecto asumió desde un inicio que sería muy difícil impulsar una agenda de este tipo en un contexto institucional alejado del trabajo con datos y tecnologías, sobre todo en un momento marcado por el impacto del COVID-19, el mes de julio de 2020 trajo consigo una importante novedad: la aprobación de la Política Nacional de Cultura al 2030 (PNC). La PNC es una política pública que contiene, por primera vez en la historia, una mención explícita sobre el rol de los datos abiertos en la gobernanza cultural. La sección 4.1 (pág. 37) de la PNC cita el trabajo de Mayne, De Jong, y Fernández-Monge (2020) para subrayar la importancia de fortalecer “capacidades estatales mínimas para el desarrollo de la gobernanza (cultural)”. El documento considera como parte de estas capacidades aquellas para “gestionar datos abiertos para la transparencia y rendición de cuentas”. Esta “capacidad analítica de datos” permitiría una gobernanza orientada a la resolución de problemas.
Los primeros resultados que van emergiendo a partir de mi investigación, basada en una serie de entrevistas con funcionarios públicos, expertos en datos abiertos y organizaciones culturales involucradas en procesos de incidencia en política públicas, revelan que el impulso de una agenda de datos abiertos con estas características en el Perú enfrenta tres retos principales:
1. Adoptar un paradigma de trabajo con datos abiertos que vaya más allá de la gestión de la información pública y que incida en la transformación o reforma de los sistemas de gobernanza cultural. Cuando hablamos de datos abiertos no sólo hablamos de un formato para volver a la información pública accesible y reutilizable (y así rendir cuentas y garantizar la transparencia), sino de una filosofía que busca generar reformas institucionales para fortalecer ecosistemas compuestos por actores e instituciones públicas y privadas que han permanecido desconectadas entre sí a lo largo de la historia.
2. Pasar de la apreciación de una aparente “abundancia” de datos en el Ministerio de Cultura a un análisis más minucioso sobre la calidad de estos datos, y lo que esta información permite y no nos permite hacer en este momento. Para esto se requiere realizar diagnósticos más profundos y co-crear planes de apertura de datos desde espacios y procesos donde participan múltiples actores estatales y no estatales habitualmente alejados de este tipo de conversaciones, quienes pueden dar cuenta de las necesidades de datos abiertos que tienen en su trabajo diario y en el marco de sus propias agendas de transformación social y emprendimiento cultural.
3. Pasar de una apertura de datos “por defecto” a una apertura “por propósito”. Esto significa desplegar esfuerzos y diseñar sistemas para entender y valorar las demandas puntuales de información pública de la sociedad civil y de diferentes subsectores — patrimonio cultural, industrias culturales, Cultura Viva Comunitaria, por mencionar tan solo algunos — para así lograr una priorización de las acciones que deberán tomarse. Una apertura por propósito supone además trabajar desde el vínculo y la alianza con agentes estatales y no-estatales, profundizando y ampliando la colaboración, mejorando así procesos de reflexión, aprendizaje y adaptación institucional.
Mi trabajo busca demostrar como los datos abiertos pueden servir como herramienta para habilitar sistemas sostenibles de gobernanza cultural: para generar los cambios que se necesitan para que la gobernanza cultural cumpla una función verdaderamente democrática.
La recientemente aprobada Política Nacional de Cultura al 2030 puede constituir una oportunidad para asumir estos retos y generar procesos inéditos de innovación en la gestión pública de la cultura. Para ello necesitamos ir más allá de una concepción de los datos abiertos como una manifestación tecnológica y/o un formato innovador para la difusión de información pública, y más bien asumir a los datos abiertos como una herramienta facilitadora de relaciones y vínculos para la transformación social y política.
REFERENCIAS
Hadley, S. & Belfiore, E. (2018). Cultural democracy and cultural policy, Cultural Trends, 27:3, 218-223.
Mayne, Q., De Jong, J. & Fernandez-Monge, F. (2020). State Capabilities for Problem-Oriented Governance, Perspectives, Public Management and Governance, 3:1, 33–44.
MinCultura (2015). 22 Indicadores de la Cultura para el Desarrollo en Perú: resumen analítico. Ministerio de Cultura.
MinCultura (2020). Política Nacional de Cultura al 2030. Ministerio de Cultura, Lima.
Unesco (2018). Re|Pensar las políticas culturales: creatividad para el desarrollo. UNESCO, París.
[1] Coincido con Hadley y Belfiore (2020) cuando subrayan que es necesario un concepto renovado de democracia cultural que reconozca y aborde los cambios sociales, culturales y económicos que han tenido lugar desde sus primeras formulaciones en los 70s. Cualquier uso del concepto de democracia cultural deberá ser revisado para que asuma el momento histórico actual, lo cual supone reconocer las jerarquías de valor cultural que siempre han existido y que existirán, imbricadas con cuestiones de poder y autoridad (222).